Le dije monta que te llevo al Sol. Me dijo: que tontería, arderás. Le dije que no pensaba ir de día y se reía. Ya verás, le decía, si te fías de éste guía... dicen que cuando llegas hay un flash. Me creía. Me daba alas. Parábamos a dar caladas en coordenadas desordenadas, sentados en el Meridiano de Greenwich, dejábamos colgar las piernas, sabiendo que la búsqueda era eterna y que hay muchas paradas a lo largo del camino (y que lo importante, no es llegar, sino el camino en si). Miramos atrás y supimos que nadie volvería a vernos más...

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